HELAMAN, MORONI Y PAHORAN. Ejemplos de liderazgo.

Alma 58: 32-35
"Más he aquí, nuestros ejércitos son pequeños para retener tan gran número de ciudades y tan grandes posesiones. Mas he aquí, confiamos en nuestro Dios, ahora bien, no sabemos el motivo por el cual el gobierno no nos concede más fuerzas; he aquí, no sabemos si habéis fracasado y os habéis llevado las fuerzas para esa parte de la tierra; si así es, no es nuestro deseo murmurar".

Helamán se siente confuso ante la falta de ayuda del Gobierno, pero prefiere no murmurar y confía en que el Señor les ayude. No obstante no se queda cruzado de brazos, sino que hace su parte escribiendo a Moroni una epístola.
Alma 59: 13 El amor de Moroni por la libertad.
" Y sucedió que Moroni se irritó contra el gobierno a causa de su indiferencia en lo concerniente a la libertad de su país".
El hecho de que Mormón haya incluido la idea equivocada que tuvo Moroni en cuanto a lo que estaba sucediendo dentro del gobierno nefita nos sirve para ver la grandeza del amor que
tenía por la libertad y por Helamán y sus hombres. Así leemos también en Alma 60: 34 y 36:

" Y he aquí, yo, Moroni, estoy obligado, según el convenio que he hecho de obedecer los mandamientos de mi Dios; por lo tanto, quisiera que os sujetaseis a la palabra de Dios, y me enviaseis rápidamente de vuestras provisiones y de vuestros hombres y también a Helamán. He aquí, soy Moroni, vuestro capitán en jefe. No busco poder, sino que trato de abatirlo. No busco los honores del mundo, sino la gloria de mi Dios y la libertad y el bienestar de mi país. Y así concluyo mi epístola".
Pero además de aprender a solicitar la ayuda a nuestros hermanos según el orden de jerarquía, como hicieron Helamán (lo hizo sin juzgar) y Moroni (lo hizo irritado a causa del amor que sentía), debemos a la vez ser de espíritu manso y pronto para perdonar, como hizo Pahorán con Moroni, poniéndonos en el lugar de nuestros hermanos. Así podemos leer en Alma 61: 2, 3, 9, 13, 19, y 20:
" Yo, Pahorán, gobernador de este país, envío estas palabras a Moroni, capitán en jefe del ejército. He aquí, Moroni, te digo que no me regocijo por vuestras grandes aflicciones, sí, ello contrista mi alma. Son esos que han tratado de arrebatarme el asiento los causantes de esta gran iniquidad. Ahora bien, me has censurado en tu epístola, pero no estoy enojado, antes bien, me regocijo en la grandeza de tu corazón".