"Y mi alma tuvo hambre"

ENÓS.

Enós fue un gran hombre, prueba de ello fue la confianza que su padre depositó en él al entregarle las planchas, y como podemos leer en el último versículo de Jacob, prometió obedecer los mandamientos. Al leer sus palabras podemos percibir en ellas la gran influencia que su padre había ejercido sobre él: "aconteció que yo, Enós, sabía que mi padre era un varón justo...
"las palabras que frecuentemente había oído a mi padre hablar...(Ojalá nuestros hijos puedan decir eso de nosotros algún día).

El había sido instruido y criado en disciplina y amonestación del Señor, y cuando llegó el momento estuvo preparado. Preparado para saber qué hacer cuando su espíritu se sintiese hambriento: "Y mi alma tuvo hambre; y me arrodillé ante mi Hacedor, y clamé a él con potente oración y súplica.
Además Enós no sólo creía en Dios, sino que además le creía: "Y yo, Enós, sabía que Dios no podía mentir, por tanto mi culpa fue expurgada.".

Enós nos enseña muchas cosas, pero sobre todo en Enós 1: 7-8, que el perdón es posible por medio del poder expiatorio de Jesucristo. Inmediatamente después de haber recibido el perdón por sus pecados deseó el bienestar de los nefitas, y seguidamente de los lamanitas. Ese ejemplo de Enós ilustra el interés progresivo que siente una persona justa: primero por sí misma, luego por su gente, y finalmente por sus enemigos. Lo que pasó a Enós pasa con nosotros mismos; cuando obtenemos el conocimiento de que se nos ha perdonado, deseamos con toda nuestra alma que los demás reciban esa misma bendición.