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jueves, 12 de febrero de 2009

MOSIAH

Este es sin duda mi libro favorito del Libro de Mormón. Y aunque nunca haya hablado en primera persona, esta noche haré una excepción, pues la ocasión lo merece.
Hermanos y hermanas, quiero compartir con vosotros mi testimonio, aunque no sin antes agradeceros por haber contribuido a enriquecerlo aún más con vuestras aportaciones en este blog, creado poco antes de la navidad del 2008, y que ha sido para mí el regalo más bello que he recibido desde hacía tiempo.
Fue un sábado por la noche en el año 1991, me faltaba poco para cumplir los 17 años. Me encontraba tumbada en mi cama pensando acerca de mi existencia, cuando deseé buscar una vez más una respuesta personal que viniera del Señor, y que pudiera hacerme saber, si el Libro de Mormón era Su palabra, y si la Iglesia que lo poseía era la Suya. Hacía unas semanas que no había vuelto a hablar con los misioneros, ni a tener contacto con ningún miembro, desde aquella tarde en la que les expliqué mis deseos de buscar una respuesta por mí misma. No quería sentirme influenciada por ninguna persona, ni de mi familia (la cual se oponía), ni de la Iglesia (no me valían sus testimonios). Pedí tiempo. Tiempo para encontrarme a solas, tiempo para tener intimidad espiritual, tiempo para encontrar el valor, y tiempo para escuchar al Señor y desarrollar mi fe en El. Aquella era una noche perfecta, pues mi mente estaba libre de otras preocupaciones. Mis amigas había pasado a buscarme, pero por alguna razón les dije que aquella noche no me apetecía salir. De pronto me levanté de un salto y bajé la tabla del escritorio donde guardaba mis libros. Entonces lo ví. Allí estaba "El Libro de Mormón". Mis ojos se fijaron en él como si fuese el único libro de la estantería, y el único asunto importante para aquella noche, como si no existiese nada más. Lo abrí con el deseo de creer en él, y de entender algunas de sus palabras, y con fe en que Dios sabía que yo existía, y sabía que pensaba en El y que le estaba buscando en mi vida. Y fue entonces cuando sucedió. Comencé a leer a partir del 7º versículo del capítulo 3º de Mosíah. Aquellas palabras me llegaron al alma, y pude sentir el amor de Jesucristo a través de ellas. Cuando llegué al versículo 17 y leí :" Y además, te digo que no se dará otro nombre, ni otra senda ni medio, por el cual la salvación llegue a los hijos de los hombres...", supe que no había otra manera y comprendí la responsabilidad que caía sobre mí a partir de ese momento, pues al igual que José Smith, yo sabía que aquello venía de Dios, y que El sabía que yo ya lo sabía. A la mañana siguiente le dije a mi madre que me iba a la Iglesia, le conté que por la noche había estado leyendo "El Libro de Mormón", y que había sentido que era verdadero, y que me iba. Fui bautizada poco después de recibir la mayoría de edad. Todavía hoy recuerdo las inquietudes que sentía y los versículos que me infundieron valor: el 8 y 9 del capítulo 4 de Mosíah. " Y este es el medio por el cual viene la salvación. Y no hay otra salvación aparte de ésta de que se ha hablado; ni hay tampoco otras condiciones según las cuales el hombre pueda ser salvo, sino por las que os he dicho. Creed en Dios; creed que él existe, y que creó todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra; creed que el tiene toda sabiduría y todo poder, tanto en el cielo como en la tierra; creed que el hombre no comprende todas las cosas que el Señor puede comprender."

2 comentarios:

*Los Silva * dijo...

Muchas gracias por compartir tu testimonio y tus sentimientos con todos. Realmente esos versículos que has citado son buenísimos. Gracias por tu ejemplo, Isabel.

Herles & Cecilia

Marta F. Rebollos dijo...

Gracias por compartir tu testimonio!!!! Me ha hecho sentir fenomenal, y recordar el mío, y estar agradecida una vez más por la cálida sensación que el Espíitu Santo tra a nuestra alma!! Qué bendición!!!