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martes, 3 de febrero de 2009

JACOB

Jacob, el primer hijo nacido de Lehi en el desierto, magnificó el llamamiento recibido de manos de su hermano Nefi, dejándonos valiosísimas enseñanzas en sus escritos, grabados sobre las planchas que fueron hechas por Nefi.(Jacob 3:14). Así, según sus propias palabras (Jacob1:2), escribía algunas de las cosas que él consideraba más preciosas, entre las cuales cabría destacar su conocimiento de la venida de Cristo, el cual dicho conocimiento fue obtenido a causa de la fe y el gran afán. (Jacob 1:5 y 6). También destaca su condena hacia el orgullo, y su deseo de que considerásemos a nuestros hermanos como a nosotros mismos. Ofrece además la fórmula para obtener riquezas, en los versículos 18 y 19 del segundo capítulo: "Pero antes de buscar riquezas, buscad el reino de Dios. Y después de haber logrado una esperanza en Cristo obtendréis riquezas, si las buscáis; y las buscaréis con el fin de hacer bien".
Además califica la falta de castidad como un crimen más grave aún que el orgullo (Jacob 2:22).
Jacob escribía con amor, para dejarnos el legado más grande, con anhelo de que recibiéramos sus palabras con corazones agradecidos, y que las considerásemos para que supiéramos que ellos tenían esperanza en Cristo y en su gloria muchos siglos antes de su venida (Jacob 2:3y4) y por esto guardaban la ley de Moisés (ver.5).
Nos dejó también el ejemplo de que debemos escudriñar las palabras de los profetas, para lograr esperanza y volver inquebrantable nuestra fe, al grado de que verdaderamente podamos mandar en el nombre de Jesús, y los árboles mismos nos obedezcan, o los montes, o las olas del mar. (Jacob 4:6).

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