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martes, 6 de enero de 2009

"El ministerio de ángeles"

Desde el principio y a través de las dispensaciones, Dios se ha valido de ángeles como emisarios de El para transmitir amor y preocupación por Sus hijos. Las Escrituras están repletas de relatos de ángeles que ministran a los habitantes de la tierra, en verdad es doctrina profunda y abunda en historia.
Por lo general, esos seres no son visibles, aunque a veces lo son; pero visibles o invisibles siempre están cerca.
En ocasiones, el propósito de los ángeles es advertir, pero la mayoría de las veces es para consolar, para proporcionar cierta forma de atención misericordiosa, de guía en tiempos difíciles.
Testifico que aún se envían ángeles para ayudarnos, así como se enviaron para ayudar a Adán y a Eva, a los profetas y, en efecto, al mismo Salvador del mundo.
Al igual que Mormón le dijo a su hijo, Moroni, quien un día sería un ángel: "...¿ha cesado el día de los milagros? ¿O han cesado los ángeles de aparecer a los hijos de los hombres?". He aquí, os digo que no; porque... es por la fe que aparecen ángeles y ejercen su ministerio a favor de los hombres...
He hablado de la ayuda celestial, de ángeles enviados a bendecirnos en tiempos de necesidad; pero cuando hablamos de aquellos que son instrumentos en la mano de Dios, se nos recuerda que no todos los ángeles provienen del otro lado del velo; con algunos de ellos caminamos y hablamos..aquí, ahora y todos los días. Algunos de ellos residen en nuestro propio vecindario; algunos de ellos nos dieron la vida y, en mi caso, uno de ellos consintió en casarse conmigo. De hecho, los cielos nunca parecen estar más cerca que cuando vemos el amor de Dios manifestado en la bondad y la devoción de personas tan buenas y puras.
Mis amados hermanos y hermanas, testifico de ángeles, tanto de la clase celestial como de la terrenal. Al hacerlo, testifico que Dios nunca nos deja solos, nunca nos deja sin ayuda en los desafíos que enfrentamos. Y siempre hay ángeles que van y vienen a nuestro alrededor, visibles e invisibles, conocidos y desconocidos, mortales e inmortales. (Elder Jeffrey R. Holland. Liahona Nov. 2008).

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