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domingo, 28 de diciembre de 2008

"Iré y haré"

1 Ne 3.

Lehi habla con Nefi para explicarle su sueño, en el cual el Señor les manda que regresen a Jerusalén. Muchas veces me he preguntado porqué el Señor lo hizo así. ¡Ahora encima tenían que regresar!. Me ha parecido siempre una doble dificultad y una gran prueba para todos ellos.
Pero gracias a este capítulo quedan patentes grandiosas enseñanzas.

El Señor no iba a permitir que Lehi o su familia, por la que él tanto le habría implorado sufriesen ningún daño. Por eso seguramente, una vez demostrada la fidelidad de éste en predicar la palabra, con la consiguiente amenaza de perder su vida, el Señor le mandó que partiese para el desierto, sin nada, salvo su familia. No había tiempo que perder.

Luego, son puestos a prueba sus hijos. Quizás sería la manera más eficaz de enseñarles que es lo más importante: la genealogía y las escrituras.

Habían vuelto a su hogar, pero no con el propósito de recuperar alguna de sus posesiones ni riquezas materiales, como su oro o plata, sino a por las riquezas eternas. Nefi conocía la importancia de la tarea. Por eso, a pesar de las murmuraciones de sus hermanos, y del temor de ellos tras el fallido primer intendo, no se dio por vencido y leemos su firmeza en el versículo 15., y vemos cómo en el 16 está dispuesto a canjear todo lo de este mundo por lo del mundo venidero.

Merece la pena leerlo y meditarlo.

Al final del capítulo descubrimos que la fe es la que da el poder y la fuerza para desear cumplir la voluntad de Dios, y es más poderosa que las pruebas o incluso visiones celestiales, pues ¿cómo sino podrían seguir murmurando sus hermanos después de haber visto un ángel?.

Tampoco quería pasar por alto a un personaje que permanece en la sombra de Nefi, pero que siempre se mantuvo a su lado, a pesar de ser golpeado por sus hermanos mayores, al igual que Nefi: Sam.

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